Cuando hablamos
del románico cántabro tenemos la costumbre de asociarlo inmediatamente con el
erotismo, pero son muchos los templos románicos cántabros que reclaman una
atención más profunda”
Iglesia de Santa María de Yermo
El románico
cántabro se extiende principalmente por los valles
interiores. No obstante, en costa y sus entornos también podemos ver
numerosos ejemplos, aunque a excepción de la colegiata de Santillana estos
suelen ser más tardíos. El río Besaya atraviesa Cantabria de norte na sur y
cuente con varios templos muy interesantes y más altamente cualificados.
Las iglesias
más relevantes de esta cuenca son; la de San Cosme y San Damián en Bárcena de
Pie de Concha, Santa María de Yermo, y San Facundo y San Primitivo
en Silió. Aunque hay otras muchas que si no tienen tanta importancia
como estas, si disponen de interesantes restos románicos.
No es el románico un estilo que pueda marcar grandes diferencias, a pesar de que, paradójicamente, no exista ni una iglesia igual a otra… El románico cántabro estaría incluido en este primer aire, pero, insisto, siempre con las peculiaridades de cada monumento.
Colegiata de Santillana del Mar
Las iglesias
románicas en Cantabria se construyen en los siglos XI, XII, hasta finales del
XIII, por ello sus mejores fábricas se suelen encontrar en aquellas entidades
religiosas más destacadas. En nuestra región las principales
iglesias románicas estuvieron en los monasterios que prácticamente dominaron
toda nuestra provincia. pero algunos con sus reformas acabaron con las
primitivas construcciones románica. Es el caso de Santo
Toribio de Liébana que la cambió a mediados del siglo XIII por la gótica que
ahora vemos; o Santoña que también fue reformada en siglos
posteriores aunque otras importantes, como Santillana, Castañeda,
Cervatos, Piasca, o San Martín de Elines las han conservado casi totalmente en
su primitiva traza románica.
Colegiata de Cervatos
Así en
nuestra región podemos señalar un foco románico a lo largo de la costa,
siguiendo el viejo camino a Santiago, vigente en los siglos IX y X, destacando
como las más importantes, las de San Román de Escalante y Santa María de
Bareyo, ambas de finales del siglo XII, con notable conjunto escultórico, y la
de Santillana del Mar, que tiene en su colegiata el más valioso monumento.
Ábside la iglesia de Santa María de Bareyo
Siguiendo
hacia el sur, están las parroquias de San Juan de Raicedo, con maestros que
trabajaron en Cervatos, San Andrés de Cotillo, ermita de San Lorenzo de Pujayo,
que hoy podemos visitar en Molledo, San Facundo y San Primitivo de Silió, San
Martín de Quevedo, Santos Cosme y Damián en Bárcena de Pie de Concha y San
Andrés de Rioseco. Casi todas pequeñas iglesias de concejo
que, salvo excepciones, pueden colocarse en la primera mitad del siglo XII.
Iglesia de Las Henestrosas de las Quintanillas
Iglesia de Santa María de Piasca
Colegiata de Castañeda
Menos
numeroso en ejemplos, pero sin duda alguno de gran importancia, es el foco del
Pas-Pisueña, en el que destaca sobremanera, la Colegiata de Castañeda, pero que
también merece la pena visitar, las de Argomilla y Santa María de Cayón que
conservan muy buenos restos románicos.
Nos
hemos encontrado con templos cuya decoración escultórica se encuentra al mismo
nivel que su importancia casos de Santillana o Cervatos, sin embargo,
podremos descubrir magníficos ejemplos en iglesias aparentemente pobres.
Tímpano exterior de Santa María de Yermo
Los temas
decorativos son amplísimos, desde los puramente vegetales hasta los historiados
con temas profanos, pasando por seres fantásticos, lucha entre hombres y
animales y motivos obscenos. Los temas iconográficos sacros más
representados serán los de Adán y Eva, Daniel entre leones, Sacrificio de
Isaac, del Antiguo Testamento, y la Epifanía, Matanza de los Inocentes, y
Marías ante el Sepulcro, del Nuevo Testamento, y la iconografía de los santos
propios de la zona.
David entre leones (Colegiata de Cervatos)
La iglesia de Santa María de Yermo es un pequeño templo
rural que sorprende por su buen estado de conservación y por la calidad de la decoración de sus elementos
escultóricos. Como tantas otras de la
región se trata de una iglesia de nave única, amplio presbiterio recto y ábside semicircular. En
sus orígenes fue un monasterio, pues sabemos que por el siglo IX, consta en
archivos, que en el año 853 fue cedido por sus fundadores los obispos Severino
y Ariulfo al obispo Serrano de Oviedo, “facimus
kartulam testamenti de monasterio nostro vocabulo Sancta María de Ermo quod fundavimus in Asturias
territorio Camesa in valle qui dicitur Quo”.
En cuya donación se especificaba que la casa había sido fundada por
ellos mismos y que incluían también otras propiedades vinculadas al monasterio,
entre ellas podía estar la ermita de San Jorge de Viérnoles, (desaparecida en
el año 1936). En 1031 se menciona al
abad Poncio de Yermo, por lo que podemos considerar que en esa fecha todavía
tenía actividad.
Presenta una planta con una sola nave y ábside semicircular con
presbiterio recto. En el exterior de la
iglesia destaca la fachada sur, donde se sitúa la puerta de ingreso en arco
apuntado, con cinco arquivoltas decoradas; la primera con baquetones paralelos;
la segunda lleva un baquetón y una escocia adornada por una fila de bolas; la
tercera con una escocia adornada con puntas de diamante, alternando con dientes
de sierra; la cuarta es una escocia con tres finos baquetones; y la quinta, un
grueso baquetón. El conjunto se cubre con un guardapolvo con motivos
geométricos.
Los cuatro capiteles que sustentan estas arquivoltas están
decorados. Los dos de la izquierda presentan, el más exterior una lucha de
jinetes separados por una mediadora que separa a los dos contendientes y el
interior un león y un grifo luchando. En los dos capiteles de la derecha, el
del interior, presenta la conocida escena de Daniel entre los leones, y en el otro, dos leones con sus cabezas en alto.
Uno de los elementos más importantes es su impresionante tímpano,
labrado interior y exteriormente, caso único en el románico cántabro. En él se
representa la escena de un caballero armado, con cota de malla, casco, escudo y lanza, que resiste el ataque de un dragón
alado, que muerde el escudo del caballero
La portada está protegida por un tejaroz apoyado en nueve
canecillos de proa de nave. Las ventanas que se abren en este muro son plenamente románicas, abocinadas y dobladas,
con decoración de ajedrezado en los guardapolvos.
Sobre cada una de ellas aparece colocada
en la figura animal, en la izquierda vemos una cabeza de león y en la derecha una
leona con dos cachorros entre las patas.
Bajo la cornisa entre dos canecillos aparece un relieve formado por
dos arquillos separados por columnas; entre estos arcos aparecen dos figuras
femeninas y está coronado por una inscripción en la que se puede leer “SANTA
MARINA” Un poco más a la derecha aparece
otro relieve quizá un poco más tosco, es una imagen de la Virgen con el Niño
sobre sus rodillas.
Este muro sur aparece coronado por una cornisa apoyada en una buena colección
canecillos decorados. Vemos entre otros; un águila que apresa una liebre, un osezno, un hombre que lleva una lanza y toca un cuerno, un
ballestero, un rabelista y una panderetera, un saltimbanqui femenino contorsionándose, un personaje
itifálico y otro representando la avaricia, una mujer impúdica, una pareja abrazándose, un ave, etc. todos
ellos en un excelente estado de conservación.
El ábside se divide horizontalmente en dos cuerpos por medio de una
imposta de caveto decorada, sobre la que apoya una buena ventana que presenta un
arco apuntado decorado con entrelazos y dos capiteles de los que sobre todo el
izquierdo son de excelente talla.
Presenta
en un lateral una pareja abrazándose; en el ángulo una persona femenina y en el
otro lateral vemos a otra mujer con barbuquejo que parece estar conducida por
un hombre con una espada. El otro capitel está bastante deteriorado, al igual que los cimacios y las impostas.
En la jamba de la puerta de acceso al interior se ha grabado en unos
sillares una inscripción que nos indica la fecha fundacional de la iglesia y el
nombre del maestro constructor. “ERA MCCXLI/DE SANTA MARIA/ESTA IGLESIA/PETRO
QUINTANA ME FECIT/PATER NOSTER POR SU ALMA”
Es decir que fue construida en 1203, (sabemos que hay que descontar 38 años para
acoplarlo a nuestra era), por Pedro Quintana uno de los pocos maestros
arquitectos conocidos de esta época
Una vez atravesada la puerta observamos la parte interior del
tímpano, que muestra básicamente la misma escena pero se deduce que están
realizadas por autores diferentes. Aquí el caballero hunde la espada en el
pecho a la fiera que aquí es un león y tiene clavada una espada y las tripas
fuera.
Pasando al interior nos encontramos con su arco triunfal que es
apuntado y doblado, cobijado bajo un guardapolvo decorado con aspas y puntas de
diamante, que descansa sobre dos buenos capiteles historiados.
El de la columna izquierda presenta en la
cara central un Pantocrátor que como los vistos en otras iglesias porta un
libro en su mano izquierda, mientras la derecha está en actitud de bendecir. En
el capitel derecho vemos una representación de la Adoración de los Reyes
Magos, con el centro ocupado por la Virgen sosteniendo al Niño, y San José aparece de pie con manto; a
continuación aparecen los tres reyes Magos a caballo en posiciones que tienen
que ajustarse a la ley del marco.
Un retablo barroco nos oculta parcialmente la ventana del ábside, y
la imagen de la Virgen patrona del templo nos impide ver sus capiteles. Por suerte en la fiesta del pueblo bajan la
Virgen de su pedestal y puedes aprovechar para hacer unas fotos de dichos
capiteles.
Éstos representan a un
saltimbanqui haciendo contorsiones al son de los músicos, un rabelista y una
mujer tocando la pandereta cuadrada y en el otro capitel vemos una escena de
lucha deportiva entre dos hombres, mientras que una mujer detrás de ellos parece no inmutarse.
Las cuatro Colegiatas
CántabrasSanta Juliana de Santillana del Mar
Este templo
no sólo es la construcción románica más importante de Cantabria, sino que debe
considerarse también como la propia razón de ser de la villa. Está dedicado a
Santa Juliana, que sufrió martirio en Bitinia (actual Turquía) en tiempos del
emperador romano Diocleciano. Como
es habitual en estas tradiciones, los restos de la mártir llegaron a estas tierras
tras un largo y complejo peregrinar. De ello se tiene noticia ya en un
documento de finales del siglo X, que cita la existencia de un monasterio
dedicado a la santa en un lugar llamado Planes, al que la santa dio nuevo
nombre a partir del suyo propio (Sant Iuliana)
Por el
exterior el edificio muestra una imagen inconfundible gracias a la disposición
de sus torres y la larga galería de quince arcos que le da cierta gracia y un
aire propio. La portada, fue reformada en una época posterior y está rematada
con un frontón triangular en el que podemos ver la imagen de Santa Juliana.
Mirando
hacia la cabecera del templo vemos su esbelta torre cilíndrica adornada con una
ventana geminada y el magnífico cimborrio que corona el crucero, con arquería
ciega. A los pies de la iglesia podemos ver la torre de las campanas. Todos
estos elementos dotan al conjunto de la colegiata una grandeza que rara
vez se encuentra en los templos románicos.
La cabecera,
compuesta por tres ábsides, que corresponden uno a cada nave, es quizá lo más
valioso del conjunto arquitectónico. El central de mucha mayor altura que los
laterales. El ábside izquierdo es quizás el más completo de los tres, está
dividido en dos cuerpos por medio de un a imposta ajedrezada, sobre la que se
han ubicado dos extraordinarias ventanas dobladas, decoradas con guardapolvo y
arquivoltas de bolas que apoyan en sendas columnas cilíndricas con sus
correspondientes basas, cimacios y capiteles.
Estos son
sencillos, decorados con espirales el izquierdo, mientras que en el derecho se
repiten las espirales, acompañadas de un ave en el ángulo. La cornisa de
este ábside se sostiene por medio de diez canecillos figurados a los que
acompañan los capiteles de las columnas entregas que dividen sus calles.
Todo el
conjunto descansa sobre cuatro largas columnas cilíndricas con basas. La
cornisa está sustentada por una veintena de canecillos, aparte de los cuatro
capiteles de las columnas. Son todos iconográficos y entre ellos podemos
observar temas relacionados con el mundo animal y vegetal, aparte de figuras
humanas, que representan el Bien y el Mal. El ábside derecho, o no se llegó a
concluir o fue modificado posteriormente.
El ábside
central, como hemos dicho, es de mayor altura y se articula horizontalmente en
tres cuerpos, que está divididos por dos impostas de ajedrezado, mientras que
verticalmente lo hace por medio de cuatro columnas que llegan hasta la cornisa,
siendo coronadas por un capitel que ayuda a sustentar el alero. En
cada calle se abre una ventana de arco de medio punto doblado. Llevan dos
arquivoltas de grueso baquetón y guardapolvo de ajedrezado que apoyan sobre
cimacios ajedrezados, que a su vez lo hacen sobre capiteles historiados, de
tejido de malla, de acantos, vegetales, etc.
Siguiendo el camino hacia la izquierda, nos encontramos con la torre
cilíndrica que está dividida en cuatro cuerpos por medio de tres impostas; las
dos inferiores de ajedrezado jaqués, mientras que la superior es una simple
moldura nacelada. En el cuerpo superior se abre una ventana ajimezada que lleva
columna y capitel en el parteluz. Coronando la altura de la iglesia,
encontramos la linterna prismática, que está dividida en dos cuerpos por medio
de una imposta de rombos
En el cuerpo
superior vemos una sucesión de arcos ciegos que apoyan sobre columnillas y
capiteles. La cornisa que corona la linterna está decorada con rombos y está
sustentada por una buena colección de canecillos de muy variada índole;
vegetales, figurativos, de caveto, de animales, etc.
La portada
ubicada al mediodía, se presenta en un cuerpo adelantado del muro, muy
rehundida a pesar de llevar tan solo dos arquivoltas de medio punto,
sencillísimas en las que no se ve ningún tipo de decoración, ni siquiera el
casi obligatorio guardapolvo.
Estas
arquivoltas se apoyan en un par de capiteles a cada lado, en los que a pesar de
su deterioro podemos observar unos cuadrúpedos enfrentados a varios basiliscos.
Sobre esta portada, vemos un pequeño Pantocrátor almendrado al que
sostienen cuatro ángeles.
En el vértice
del frontón se sitúa una imagen de Santa Juliana y a los lados del Pantocrátor,
doce figuras en relieve, casi irreconocibles, que pudieran ser los doce
apóstoles.
Sin
duda, la pieza maestra y el más románico vestigio de la vieja
iglesia de Santillana, es su extraordinario claustro. Estampa perfecta, de
belleza reposada y su húmedo silencio. Una enorme
quietud se remansa en el espacio claustral, donde crecen trabas la hiedra
y la hierba regada por las lluvias cantábricas.
En su
recinto, podemos contemplar las tres maravillosas galerías, ya que la de la
panda este no se pudo terminar. Todos sus arcos son de medio punto que
descansan sobre columnas pareadas rematados por capiteles iconográficos,
historiados y vegetales.
Aquí, tanto
el mero curioso de arquitectura, como el aficionado al arte, el que busca
emociones visuales, o el que gusta de evocar historia, tienen igualmente campo
abierto para ensanchar su espíritu.
Este último
gran espacio de la colegiata que conforma el claustro, está adosado a la nave
norte de la iglesia. Se trata de una obra inacabada del románico de los siglos
XII y XIII, y está considerado por muchos especialistas como la obra maestra de
la colegiata.
Formando un
rectángulo irregular, ligeramente trapezoidal, este claustro se inserta en la
tradición de los del Camino de Santiago y destaca sobre todo, por la variedad y
belleza de los relieves que decoran sus capiteles; aunque a algunos escritores,
lo que más impresionó del recinto, fue la estampa románica que ofrece el
conjunto.
Por su
cronología, la galería sur y gran parte del ala oeste, los debemos situar
en pleno siglo XII, pues sus capiteles historiados los más atractivos de todo
el claustro; el resto del ala oeste y todo el ala norte, ya son de época
posterior, de principios del siglo XIII, y en la decoración de sus
capiteles predomina el tema vegetal con los
entrelazos geométricos.
Por su estado
de conservación, podemos considerar que este claustro de Santillana es uno de
los mejores ejemplos románicos de la península, pese a que al parecer quedó
inacabado pues su ala este no se pudo concluir o fue destruida posteriormente. Todos
los arcos descansan en columnas dobles y cuádruples, fuertes y robustas,
asientan sobre bases áticas.
Los capiteles
son alargados, de bloque continuo, y los cimacios son todos lisos, sin
decoración y de poco vuelo. Como ya hemos dicho, sobre estos capiteles arrancan
unos arcos de medio punto, aunque algunos ya presentan un ligero apuntamiento
debido al parecer a la reparación a que el claustro fue sometido a comienzos
del siglo pasado.
Por lo tanto
este claustro ha sido siempre uno de los principales encantos de Santillana.
Tiene la virtud de envolver al visitante en un ambiente de recogimiento. Los cuarenta
y nueve los capiteles tallados en este claustro (cincuenta según mis cálculos,
ya que uno apareció hace unos años en un museo de la villa) en su mayoría
representan temas puramente ornamentales.
Para
describir un poco la talla de estos capiteles, comenzaremos por el ala más
antigua, o sea, el ala sur. En ella podemos ver las representaciones del
Pantocrátor, rodeados del Tetramorfos y de algunos apóstoles; el Bautismo de
Cristo; la Degollación de San Juan Bautista; Daniel en el foso de los leones;
el descendimiento; una despedida de un caballero de su dama; Sansón desquijarando
el león; un soldado atravesando son su espada a un león; un caballero luchando
contra un dragón; un pastor ahuyentando al lobo, serpientes con enormes fauces,
vegetales y entrelazos.
Destaca el
capitel del caballero enfrentado a un gran dragón, similar al realizado por
Pedro Quintana en la cercana iglesia de Yermo, lo que ha hecho suponer la
relación cronológica y de autoría del claustro. También podemos ver
temas simbólicos, como la lucha de caballeros, lucha de guerreros contra
dragones, y la temática profana, con escenas cortesanas, doncellas,
saltimbanquis.
Castañeda Colegiata de Santa Cruz
Cuando
llegamos a esta colegiata de Santa Cruz de Castañeda nos ofrece una
sensación de robustez como si de una fortaleza se tratara. Para
comprender como era su imagen primitiva tenemos que abstraernos aunque sea
mentalmente de las edificaciones posteriores que rodean al templo
románico.
Se alza sobre
una loma y la vemos todavía vigilante, como si recordara aquellos tiempos
del medievo en que se convirtió en centro de operaciones feudales de la
comarca. La iglesia fue levantada a principios del XII, como tanta otras
de la época en un estilo que estaba influenciado por el románico castellano, es
decir, un ábside central de mayor tamaño acompañado de dos ábsides
semicirculares mucho más pequeños.
La fábrica de
la nave aunque ha conservado su estructura, se ha renovado posteriormente,
además de haber sufrido varias sustituciones y añadidos. Lo más
relevante de estas sustituciones, es la desaparición del ábside lateral
izquierdo para construir en su lugar una capilla que el capitán Frómesta mandó
levantar.
De la
historia de esta colegiata no se conoce absolutamente nada, pues por desgracia
su copioso archivo desapareció casi en su totalidad en un devastador incendio
ocurrido en el año 1560 y solo por la documentación recogida en algunos puntos
de la comarca se ha logrado reconstruir algo de su historia.
Es por esto,
por lo que la primera noticia que tenemos sobre la colegiata de Castañeda se
remonta al año 1073, cuando por esta fecha ya estaba instalada aquí una
comunidad de monjes a cuyo frente estaba su abad llamado Juan que en ese año
aparece en un documento de ese año. Pero no se tienen noticias de ningún dato
anterior a esa fecha; es decir, que no sabemos en qué fecha se fundó el
monasterio que acogería a esa comunidad.
Tampoco son
muy explícitas las noticias que transmite otro documento fechado en el año
1120, que cuentan que ya el monasterio estaba presidido por un abad llamado
Pedro y que era propiedad de la condesa Jimena Muñoz, quien lo donaría a
la Abadía de Cluny ese mismo año y aquí comenzó a fraguarse la transformación
del monasterio en colegiata.
Para acceder
al interior de la iglesia lo tenemos que hacer por una monumental
portada con un grueso muro de casi cuatro metros de espesor. Esta
portada se abre por medio de siete arquivoltas, más el arco de entrada, todo
ello sin decoración.
Apoya el
conjunto en cuatro fustes cilíndricos que sustentan a otros tantos capiteles
con correspondiente cimacio a cada lado. Se asienta este conjunto
sobre un banco corrido de poca altura. Los ocho capiteles de esta portada
están todos tallados aunque por desgracia bastante erosionados lo que dificulta
ver con claridad su decoración. En todos ellos se pueden ver parejas de
animales donde abundan los leones afrontados y rampantes.
A continuación
siguiendo hacia la cabecera, se encuentra la torre prismática, que parece que
ha sufrido alguna modificación pues vemos varios trozos de imposta de
ajedrezado incrustados en el muro. Esta torre se levanta por medio de tres
cuerpos de la misma anchura, donde se abren varias ventanas de medio punto y
aspilleras, y en el último podemos ver cuatro ventanas geminadas en cuyos
fustes presentan tres capiteles decorados con leones y el otro con la
representación de Adán y Eva.
La cornisa de la torre se remata con una buena colección de
canecillos de diversos temas, tanto animales, como bolas, un
hombre itifálico, rollos, volutas, etc.
Continuando
el recorrido llegamos a la sacristía y la capilla de Frómesta,
construidas en época posterior y por lo tanto no románicas, pero por
encima de estas podemos apreciar la cornisa del presbiterio sur, en la que
aparecen una serie de canecillos decorados entre los que podemos ver parejas de
animales, una mujer sedente, varios músicos, cabezas humanas, etc.
Llegamos al
ábside central que se articula por medio de tres cuerpos y otras tantas
calles. En cada una de estas se abre una buena ventana de medio punto con
arquivoltas de baquetón y dientes de sierra y guardapolvo decorado, que apoyan
en columnas cilíndricas con cimacios y capiteles. Las tres ventabas son
iguales y solo cambia las decoración de los capiteles.
La cornisa de
este ábside central se sujeta por medio de una serie de canecillos y capiteles
en los que han desaparecido los fustes que sin duda tuvieron en el segundo
cuerpo y que dividirían el ábside verticalmente en tres calles.
La ventana
izquierda del ábside, presenta capiteles decorados con dos leones que se
muerden sus cuellos, el izquierdo mientras que el de enfrente lleva bolas y
volutas.
En la ventana
central solo cambian los motivos de los capiteles, el izquierdo decorado con
acantos, cabecitas y volutas, mientras que el derecho lleva animales que se
muerden los lomos.
En
la ventana derecha el capitel izquierdo se decora con un ave y el derecho con
animales de cuello largo y mordiéndose los lomos.
El
ábside lateral derecho es de un tamaño mucho menor, tanto en anchura como en
altura y su cornisa también se apoya en una serie de canecillos
decorados, algunos con motivos geométricos como rollos, puntas de diamantes o
cavetos, cabezas de animales, animales fantásticos, etc.
Se articula
en una sola calle vertical y dos cuerpos horizontales, separados por una línea
de imposta de ajedrezado y sobre la que podemos ver una ventana muy sencilla,
de medio punto, sin columnas, capiteles ni arquivoltas.
El interior de la colegiata
El ábside
interior es quizá el elemento más importante de la iglesia, es de bóveda de
cañón en el tramo del presbiterio y de horno en el semicírculo.
En el cuerpo
de en medio se abren tres ventanas abocinadas de medio punto y en el cuerpo
inferior podemos contemplar una extraordinaria arquería ciega, con dos arcos a
cada lado del presbiterio y cuatro en el semicírculo absidial.
Según consta en uno de los sillares que vemos junto a la portada, la
iglesia de esta colegiata de San Pedro de Cervatos fue construida entre los
años 1129 y 1199, y puede considerarse una de las manifestaciones más puras que
podemos encontrar actualmente entre los templos románicos de Cantabria. Se sabe
que en el siglo X hubo aquí en Cervatos un viejo monasterio, que a partir del
siglo XII se convierte en la colegiata que hoy vemos. No queda ya nada que recuerde aquel viejo
monasterio.
La iglesia, asentada junto a la ladera de la colina que protege por el
oeste al pueblo, se compone de un ábside semicircular precedido de un corto
presbiterio y una sola nave de tres tramos. A los pies podemos contemplar la esbelta torre campanario, estructurada en
tres alturas, que debe de ser el último, elemento construido, a finales del
siglo XII.
La torre se construyó a finales del siglo XII y muestra ventanas apuntadas en
sus ocho las troneras, dos en cada lado, y algunas con sus correspondientes
columnas con unos buenos capiteles apoyando el arco.
En el cuerpo de más abajo vemos unas arquerías ciegas también de arco apuntado, tres en los lados norte y sur y dos en los laterales de la torre, todas con una buena serie de capiteles, entre los que vemos las figuras de Daniel entre leones, un sagitario, un personajes a caballo y temas vegetales.
En el cuerpo de más abajo vemos unas arquerías ciegas también de arco apuntado, tres en los lados norte y sur y dos en los laterales de la torre, todas con una buena serie de capiteles, entre los que vemos las figuras de Daniel entre leones, un sagitario, un personajes a caballo y temas vegetales.
En el muro sur se abre una buena portada principal, que está abocinada por arquivoltas de arco de medio punto y un original
tímpano de tracería, en el que podemos ver tallos y palmetas de clara tradición
visigoda y mozárabe. Por debajo corre un friso con parejas de leones
afrontados.
En las enjutas de esta portada arco se tallaron relieves de San Miguel
Arcángel, con escudo; San Nicolás, la Virgen
con el Niño, un sacerdote, Adán y Eva con el árbol y la serpiente y Daniel entre
dos leones.
Por encima de la portada corre una cornisa sujetada por varios canecillos y
metopas, con temas alegóricos y animales.
En el ábside, que divide en tres calles y construido con buena sillería, se
abren tres ventanas muy similares compuestas por arco de medio punto,
arquivolta de baquetón y guardapolvo ajedrezado. Apoyan sobre fustes cilíndricos que sostienen
los capiteles y cimacios.
En estos capiteles es donde los escultores mostraron con toda su crudeza el
erotismo. Observamos en la ventana izquierda, en el capitel del mismo lado como
una mujer abre impúdicamente sus piernas mostrando su sexo, mientras que en el
derecho, un personaje sentado muestra su enorme miembro viril.
Por cierto, en la Colegiata de Cervatos, podemos encontrar el conjunto de
canecillos y capiteles con representaciones eróticas más abundantes de toda
Cantabria. No parecen encontrarse razones suficientes para que en el exterior
de esta colegiata se puedan contemplar con toda su crudeza tales escenas
eróticas y muy pocos conocen el
significado de las mismas.
Si por algo destaca la escultura románica de Cervatos por su gran
expresividad, con animales monstruosos y motivos apocalípticos, y el tan
llamativo carácter obsceno que aquí en Cervatos alcanza un realismo y una expresividad
asombrosa.
Colegiata de San Martín de Elines
Si nos remontamos a la
historia, parece que el pueblo de San Martín de Elines, se fue formando en
torno al viejo monasterio dedicado al santo obispo de Tours, y que antes de convertirse en la colegiata que hoy podemos contemplar, allá
por el siglo XII era un monasterio mozárabe como lo atestiguan los restos que
aún perduran en la galería del claustro que da al cementerio con sus arcos de
herradura.
Por un documento fechado en 1102, sabemos que por esas fechas el
monasterio mozárabe se encontraba en estado de ruina. Y en el siglo XIII sin
que se sepan las causas los monjes tuvieron que abandonar el monasterio, con
las obras ya empezadas y hubo que esperar a que una orden de canónigos
instalada en el monasterio terminara las obras.
La colegiata de San Martín de Elines, se puede considerar como una
de las iglesias románicas más bellas de la región cántabra. Por el exterior se presenta como un edificio
de una sola nave, precedida de un crucero y un ábside semicircular canónicamente
orientado, como era preceptivo en todos los templos románicos.
El ábside semicircular está
dividido en tres calles o lienzos por medio de contrafuertes que acaban en
capiteles a la altura de la cornisa, delimitando el espacio de cada calle. En cada
calle se abre una elegante ventana
dentro de un arco ciego con arquivolta de baquetón que apoya a su vez en
buenos capiteles coronado todo por un guardapolvo decorado con flores. La cornisa de este ábside se sustenta con una
buena colección de canecillos iconográficos y figurados.
Destaca la linterna que sobresale sobre la cubierta de la nave y la
cabecera, construida con buena sillería y en la que abre un óculo en el muro
oriental. Corona esta linterna una
cornisa sostenida por varios canecillos de temas muy variados.
La torre cilíndrica recuerda a las torres de Santillana y de
Frómista y se sitúa entre el muro de la nave y el presbiterio. Hace las veces de campanario al que se accede
por el interior mediante una escalera de caracol en la que podemos ver
numerosas marcas de cantero. Tres
aspilleras dan luz a la torre y la escalera.
La parte superior de esta torre fue renovada den el siglo XVI.
Una extraordinaria
cornisa sostenida por más de veinte bellos canecillos decorados con diferentes
temas iconográficos, corona el muro sur, en el que se abren dos vamos de
aspillera de marco de medio punto
El claustro ya una construcción del siglo XVI y en él se usaron
elementos reutilizados. Es un pequeño
museo en el que podemos ver desde tapas de sarcófagos hasta pilas bautismales
que el párroco ha ido depositando aquí y que pertenecieron a otras iglesias
abandonadas.
También vemos un Sarcófago del caballero peregrino. En la tapa del
sarcófago tenemos la fecha: Año del señor 1231 y una espada. ANNUS DOMI
XCCXXXI. En el centro de la parte
frontal vemos la imagen de un pantocrátor rodeado por la mandorla. El sarcófago está apoyado en dos basas, una
con dos perros y la otra con un león.
En el muro oeste nos encontramos con la puerta que da acceso a la iglesia desde el
claustro actual. Se abre con un arco de
medio punto decorado con dos arquivoltas de baquetones, que apoyan en columnas
coronadas por capiteles muy simples de motivos vegetales. Por encima corre el
guardapolvo de media caña.
San Román de Escalante
La pequeña ermita de San Román de Escalante está una construcción
realizada en mampostería con refuerzos de sillares en las esquinas y los vanos,
lo que le da exteriormente un aspecto demasiado humilde que en ningún caso
permite imaginar lo que nos vamos a encontrar en su interior.
Se trata de una edificación de una sola nave, que al exterior no presenta
contrafuertes ni en el semicírculo absidial ni en el presbiterio. En el muro sur se abre una sencilla puerta
dovelada de arco de medio punto que descansa sobre cimacios con decoración de
entrelazos. Por debajo se han colocado simples jambas sin capiteles ni fustes.
El ábside y el tramo recto por el exterior se han realizado por
completo en mampostería y en ellos vemos una cornisa apoyada en una serie de
canecillos bastante rudos y populares, decorados con motivos geométricos,
figuras humanas y animales.
En el interior el arco triunfal presenta dos arquivoltas de las que
la interior descansa sobre un conjunto de fustes capiteles y cimacios con buena decoración. En la columna izquierda vemos un cimacio con
flores octopétalas inscritas y el capitel lleva cuatro leones afrontados.
La columna derecha lleva cimacio sin decorar y solo dos bolas en
los ángulos. El capitel nos presenta la
escena de Descendimiento de Cristo, donde éste aparece con el brazo derecho ya
desclavado, mientras un personaje arranca el otro clavo con unas tenazas.
Las columnas del arco triunfal apoyan sobre un banco que recorre el
presbiterio donde aparecen otras dos columnas, de las cuales, la izquierda nos
presenta un capitel con un motivo que quizá sea el único en el románico
cántabro, yo al menos no lo visto en ninguna otra iglesia.
Se trata de una superposición de tubos, que algunos llaman
moçárabes. El cimacio tiene una
decoración bastante curiosa en la que vemos una figura de mujer puesta
horizontal, cosa que tampoco he visto en ningún otro sitio, pero lo que realmente destaca es la
estatua-columna que representa a la Virgen con el Niño.
En la columna de la derecha se nos presenta un cimacio decorado con
cabezas humanas en los ángulos y bolas con caperuza y aves en los laterales. El
capitel muestra una escena de la Matanza de los Inocentes; donde aparecen
varios soldados en el momento de matar a los niños y a unas mujeres agarrándose
los cabellos.
Este fuste también tiene
tallada una figura, parece un monje con capa, barbado y con un libro abierto en las manos, y aunque
hay diferentes versiones, no se sabe con exactitud a quien representa.
La ventana central del ábside es de medio punto, aunque bastante
deteriorada. Tiene una arquivolta
ajedrezada al comienzo y al final,
pero en el resto aparecen una serie de aves. La
arquivolta interior se decora con baquetón sobre el que aparecen una serie de
arquillos, descansa sobre capiteles decorados, el izquierdo dos leones con
cabezas afrontados y el derecho con bolas de motivos geométricos.
Santa María de Piasca
Esta iglesia en su origen fue un monasterio que puede remontarse a
los siglos VIII o IX, cuando la abadesa Aylo estaba al frente de una comunidad dúplice
en el año 941. En el siglo XII ese viejo
monasterio fue sustituido por la iglesia que hoy contemplamos, dedicada a Santa
María, según podemos ver en la inscripción que hay junto a la portada del
hastial occidental que cita la bendición del templo el 21 de febrero de 1172.
En 1439, según esa misma inscripción, se reformó y restauró el
templo en sus naves y ábsides, por lo que solo persiste la parte baja de los
ábsides, los capiteles y canecillos y las dos portadas en los muros occidental
y sur. Por esta misma lápida sabemos que la dedicación de la iglesia la ofició
el obispo Juan de León y el maestro que la construyó fue Covaterio.
El templo lo conforman tres naves, la central más ancha que las
laterales. Solo quedan dos ábsides
semicirculares al exterior, el de la parte izquierda desapareció y en su lugar
hoy podemos ver una sacristía.
Se accede al interior por medio de dos portadas: la principal se
abre en el muro occidental y otra puerta
más pequeña se abre en el muro sur. Se
puede decir que estas dos portadas es lo más destacado del templo, tanto por la
calidad de sus tallas como por su iconografía.
La portada principal situada en el hastial oeste de la iglesia se
abre mediante una serie de arquivoltas cubiertas por un guardapolvo de zarcillo
con una moldura por debajo. Las arquivoltas primera y tercera llevan decoración vegetal de hojas de acanto, la
segunda arquivolta no lleva decoración y es la cuarta la que presenta una
decoración mucho más notable.
Vemos al principio un león, un guerrero con
escudo y lanza, varios músicos tocando
un arpa, otros músicos tocando un instrumento no identificado, motivos vegetales, la cabeza de un perro, una
cabeza de un personaje que parece un monje, otra cabeza de un hombre y otro
león.
Estas arquivoltas se sustentan en unos cimacios decorados con
zarcillos la mayoría, bajo los que corre una serie de capiteles de una
primorosa ejecución; empezando por la izquierda vemos un animal fantástico, dos
centauros afrontados, la lucha de un grifo con otro animal fantástico, y la
despedida del caballero. A la derecha de
la portada vemos dos aves y un león, dos grifos enfrentados, motivos vegetales,
posible Anunciación, y acantos. En una
columna vemos la imagen de San Miguel con el dragón.
Sobre esta portada se abre una galería dividida en tres partes por
medio de fustes cilíndricos con sus capiteles decorados y en cada espacio vemos
las estatuas de San Pedro, al que se distingue por las llaves, La Virgen con el
Niño y San Pablo, con un libro. Las
figuras laterales son románicas, pero la central de la Virgen que ya es del
siglo XVI.
En el muro sur se abre la puerta que daba acceso al claustro,
llamada la de El Cuerno que a pesar de ser mucho más pequeña que la principal
también tiene una iconografía muy interesante. Tiene dos arquivoltas de medio punto, de las que la exterior lleva una decoración vegetal de hojas de acanto y en la interior podemos ver varias escenas.
Los temas de esta arquivolta son;, dos hombres, un personaje
sentado con un y a su lado un ángel, dos hombres cosiendo una túnica, dos
músicos tocando el rabel, monjes con capuchas y por último la escena que atrae
mucha polémica, unos ven a una Celestina que empuja a una mujer a besarse con su pareja y otros ven a dos personajes que parecen masculinos besándose.
Los capiteles y cimacios de esta puerta destacan por su belleza y
esmerada elaboración, a la izquierda vemos una escena de caza con un jabalí y
un perro, con un personaje clava una lanza al primero. También vemos en los
cimacios diferentes animales fantásticos como grifos y basiliscos.
El ábside central no tiene nada que ver con el original, que tenía
tres ventanas que fueron tapiadas, destaca, los capiteles, metopas y canecillos
con una iconografía muy variada y bella donde se pueden contemplar grifos,
sirenas, bailarinas, luchas de centauros un águila con una serpiente, arpías,
ciervos, músicos y una representación del sacrificio de Isaac.
En la única ventana que se abre en este ábside central vemos una arquivolta con el arco algo apuntado pero de una bellísima decoración, con un centauro luchando con un basilisco, un animal fantástico luchando con un león, varios grifos, etc.
Santa María de Bareyo
Esta iglesia de Santa María vemos que ha sufrido numerosas reformas
que han desvirtuado bastante su planta original, pues en el siglo XVI se le
añadió una capilla y la sacristía que podemos ver junto al ábside. También son añadidos,
una pequeña capilla junto a la puerta, las bóvedas de la nave y la torre actual
que ya fue edificada en pleno siglo XX.
Por el exterior, casi lo único que queda de románico, es su
magnífico ábside, en el que podemos admirar su doble ventana central y otras
dos ventanas en las calles laterales que aunque más monumentales su
ornamentación es bastante pobre. Se
abren por medio de un arco de medio punto rodeado por dos arquivoltas que
descansan en fustes y capiteles, destacando el gran abocinado de éstas.
La ventana central como hemos dicho, es doble, por lo que sus dos
arcos también de medio punto descansan sobre cuatro columnillas cilíndricas en
los laterales mientras en el centro vemos el fuste doble que sustenta el
capitel. Los capiteles, cinco en total
son todos de una labra bastante sencilla.
Se cubre el conjunto con un guardapolvo decorado con puntas de diamante.
La ventana que ocupa la calle norte es la más sencilla de las tres,
pues se trata de una simple aspillera sin ninguna decoración. Por encima de
estas ventanas corre una cornisa que se sustenta con un par de capiteles y una
serie de canecillos con temas de animales, figuras humanas en actitudes
obscenas, bolas con caperuza,
Por el interior el ábside se cubre con bóveda de horno, bajo la que
vemos dos arquerías ciegas que quizá sea lo más interesante de la iglesia. La arquería superior lleva arcos peraltados y
en sus capiteles predominan los motivos vegetales. Lo más original de esta arquería es la
escultura de un personaje que vemos en una columna de una talla demasiado
rústica y vestido con ropas cortas y con las manos unidas por delante.
A su lado vemos un capitel en el que representa el Pecado Original,
y en él podemos ver a Adán y Eva, que se cubren con el árbol situándose la
serpiente entre ellos. Los capiteles de
al lado, son mucho más sencillos con temas vegetales y de bolas con caperuza.
En la arquería baja
predominan las cabezas humanas, algunas colocadas por encima del cimacio del
capitel. Hay quien dice que representan a apóstoles por su rostro sereno y un
obispo con su mitra característica. De
todos estos arcos, destaca el central con una bella decoración de rosetas
octopétalas.
Pero hay una pieza que destaca sobremanera entre todos los
elementos de esta iglesia; es su impresionante pila bautismal que vemos en una
dependencia anexa, con la copa tetralobulada y gallonada en su parte
interior. Los cuatro temas tallados en
los frentes, son, entrelazos, palmetas, palmetas y tallos entrelazados y
entrelazos de cestería.
En el pedestal que hace
de base se ven dos leones acostados con un brazo humano entre sus fauces y por debajo, una cabeza también humana entre ellos. La pila aún conserva parte de la
policromía que tuvo en origen y que todavía se puede apreciar parcialmente.
En el pedestal que hace de base se ven dos leones acostados con un brazo humano entre sus fauces y por debajo, una cabeza también humana entre ellos. La pila aún conserva parte de la policromía que tuvo en origen y que todavía se puede apreciar parcialmente.
Santa María la Mayor de
Villacantid
En un pequeño altozano justo al lado de la carretera que nos lleva hasta el pueblo de Barrio, observamos la curiosa silueta de la iglesia de Santa María la Mayor de Villacantid. Este templo se encuentra muy modificado con respecto el que había en origen, muy ampliado a partir de una pequeña iglesia de nave única, a lo largo de su historia.
Del antiguo templo románico solo queda el ábside y la portada, aunque esta ha sido reubicada al construir una nueva nave en el muro sur, también la sacristía y la torre son edificaciones muy posteriores. Con la modificación descrita, la portada fue colocada de manera excepcional en el muro del este, junto al ábside.
Esta portada se abre por medio de cuatro arquivoltas bastante apuntadas que apoyan en una imposta decorada con motivos vegetales con una especie de guirnalda. Están decoradas con temas de puntas de diamante, baquetones, escocias y un fino ajedrezado. Por encima corre un guardapolvo decorado con motivos geométricos que asemejan aros entrelazados, muy semejante a la guirnalda de los cimacios. Solo conserva un fuste en el que apoya el único capitel que queda y que lleva en su cesta unos animales fantásticos.
El ábside, a pesar de sus pequeñas proporciones es de buena factura y está articulado en tres calles separadas por un par de contrafuertes con columnas pareadas. Una imposta a la altura de los cimacios de la ventana divide este ábside en dos cuerpos horizontales.
En la calle central se abre una buena ventana con arco de medio punto decorada con dientes de sierra, tanto en las dovelas como en los fustes cilíndricos, en que estos están tallados de forma horizontal. Esta peculiar ventana central lleva en sus capiteles animales fantásticos y leones, todos afrontados por sus cabezas. El guardapolvo que cubre la ventana lleva decoradas flores cuatripétalas inscritas en círculos.
Por encima corre la cornisa del ábside que se apoya en una buena colección de canecillos y capiteles en los que vemos una buena representación del bestiario románico. Los dos capiteles que coronan las columnas pareadas, representan, el izquierdo, lo que podría ser una cacería del oso, con tres perros acosando al animal y el de la derecha parece dividido en dos temas,; en el centro del capitel se muestra una lucha de caballeros separados por una mediadora, y que en la cara izquierda se completa con la representación de Sansón desquijarando al león.
Aldea de Ebro
San Juan Bautista
En medio de un paraje espectacular se levanta esta iglesia de San Juan Bautista a la que la ve muy reformada y restaurada. Tiene una extraña forma de “L” y una gran espadaña exenta un poco alejada de la nave. Con toda seguridad hubo aquí otro antiguo templo románico de una sola nave pero en el siglo XIX le fue añadida una sacristía.
En esta restauración se ensanchó la nave desplazando el muro sur, incluida la portada. Se emplearon para esto nuevos sillares de piedra, por lo que el templo actual parece una obra reciente, aunque respetando la composición de la antigua portada, pues los arcos, fustes y basas son netamente románicos.
Por lo tanto debemos considerar esta portada, típicamente románica. Se abre con un arco de medio punto con dos arquivoltas aboceladas cubiertas por un guardapolvo de media caña. Las arquivoltas descansan sobre un par de capiteles a cada lado, que se decoran con una especie de cordón horizontal, que a su vez apoyan en fustes monolíticos.
La monumental espadaña, forma un cuerpo exento de la iglesia y se encuentra a pocos metros al este del ábside de la iglesia. Es toda de sillería y al contrario del templo, no parece haber sido reformada. Se articula en dos cuerpos de los que el inferior alcanza hasta las dos troneras. Debido a que fue abierto un arcosolium en este cuerpo, tuvo que ser muy ancho.
Para subir al cuerpo de troneras se construyó una escalera lateral. Estas troneras, llevan las tres un guardapolvo de medio punto, sin embargo los arcos ya aparecen un poco apuntados.
Pasando al interior vemos que mantiene la cabecera plana, con bóveda de cañón apuntado construida toda en sillería, que se apoya sobre una imposta de bisel. El arco triunfal es apuntado y doblado y descansa sobre capiteles historiados y vegetales.
El de la izquierda, es vegetal y se decora con acantos y bolas con caperuza; el derecho representa un tema tantas veces visto en nuestro románico cántabro, del profeta Daniel entre leones. En la nave podemos ver una pila bautismal que sí parece románica, tiene la cuba troncocónica que en la base se representa a la inversa.
Ermita de Dondevilla
Este pueblo tiene también una bella ermita románica que podemos ver en una hondonada en un precioso paraje justo al lado del río Ebro. Se trata de la ermita de Dondevilla, que aún conserva su ábside rectangular y una nave orientadas canónicamente.
El ábside está construido todo de sillería y podemos contemplar en sus muros una buena colección de canecillos, en los que se aprecia la semejanza con los de Cervatos y no sería extraño que fueran tallados por los mismos escultores.
El tercer capitel del muro norte presenta a una mujer con las piernas abiertas mostrando su sexo al igual que en la colegiata campurriana. En el muro sur vemos seis canecillos bastante deteriorados; en uno, dos personajes compartiendo un arpa, y en los otros, un hombre cargando con un tonel, y dos serpientes en forma de aspa entrelazadas,
Las Henestrosas
Santa María la Real
La iglesia de Santa María la Real, llama la atención por estar situada en lo alto de una pequeña loma, bastante alejada del pueblo de Las Henestrosas. Mucho antes de llegar a ella empiezas a vislumbrar la silueta de su alta torre cuadrada, que no es la original del templo del siglo XII pues la antigua iglesia tenía una buena espadaña que hoy vemos incrustada en la nueva torre.
Esta espadaña original estaría compuesta por cuatro cuerpos abriéndose en el inferior una puerta de acceso bastante apuntada. En el tercer cuerpo todavía se pueden observar dos troneras, tapiadas, con sus correspondiente arquivoltas y capiteles aunque bastante erosionados. Y el cuarto cuerpo, más alto y estrecho, presenta dos troneras también de medio punto, que no llevan arquivolta, pero sin embargo podemos ver unos interesantes capiteles.
El muro sur no es el original, ya que fue eliminado en una reconstrucción con el fin de ampliar en el interior de la nave, recolocando posteriormente la portada en este nuevo muro. Dicha portada se abre por medio de cuatro arquivoltas ligeramente apuntadas que apoyan en otras tantas columnas a cada lado, con guardapolvo resaltado y con una escocia, sin decoración. La arquivolta externa es lisa y prismática, la tercera lleva un baquetón, la siguiente lleva decoración de grandes dientes de sierra y en la última y más interior vemos un baquetón y escocias. El arco de entrada está compuesto por nueve dovelas.
Apoyan estas arquivoltas en cinco capiteles a cada lado, ya que las dovelas también apoyan en capitel. Son de una labra muy sencilla con temas vegetales de decoración similar, con hojas de acanto que ya siguen la tradición cisterciense, que se aprecia en el resto de la iglesia.
El ábside y el presbiterio son los únicos elementos que se han salvado de las restauraciones posteriores y por lo tanto lo más románico de la iglesia. El presbiterio sur esta soportado por una cornisa de rombos con cinco canecillos; una bailarina, un músico tocando el rabel, una sirena, otro con hojas de acanto y el último de caveto.
El ábside semicircular se articula en tres lienzos o calles separadas por contrafuertes que se conviertes en dobles fustes a partir de la imposta de las ventanas. La cornisa está soportada por una serie de canecillos y de los capiteles dobles que coronan los fustes. Entre ellos se representan un ciervo, un personaje con ropa talar tocando un cuerno, un león, un ave de pico largo con una culebra en rollada al cuello. Éste último es muy similar a los que vemos en Rebolledo de la Torre y Piasca.
La ventana que se abre en la calle central del ábside es muy interesante; lleva un guardapolvo decorado con molduras, baquetón y escocia que cubre la arquivolta lobulada por medio de seis arquillos. que apoya en unos excelentes cimacios de hojas de palma retorcidas, y tallos circulares. Los capiteles aunque un poco deteriorados presentan dos grifos rampantes afrontados en la cesta izquierda y un basilisco en la derecha.
Pasando al interior compruebas que han desaparecido con las reformas casi todos los elementos románicos y solo el ábside y el presbiterio parecen haberse salvado. El arco triunfal, ya muy apuntado, lo cubre un guardapolvo decorado con grandes hojas de sierra, y en él destacan sus capiteles, sobre todo el izquierdo en el que se representa a Sansón desquijarando al león, mientras en el lateral un personaje aparece sujetándole la cola. El capitel derecho lleva cuatro grifos, dos de ellos afrontados.
En el ábside y el presbiterio se conservan unas pinturas murales góticas del siglo XV muy similares a las que hemos visto en otras iglesias de la zona Mata de Hoz y La Loma.
En el hastial occidental se abre una única ventana de una hechura muy parecida a la del muro sur pero con el baquetón mucho más delgado. Presenta un par de capiteles que en sus cestas se decoran con dos parejas de leones afrontados.
Las tres ventanas absidiales llevan al igual que el exterior arcos de medio punto apoyados en columnas con sus correspondientes capiteles. El vano de la izquierda lleva guardapolvo con tres filas de ajedrezado con arquivoltas de baquetón y escocia que descansan en capiteles decorados con bolas y cabecitas.
San Cipriano de Bolmir
Este pequeño templo de San Cipriano de Bolmir fue construido en la primera mitad del siglo XII, aunque está muy reformado con una serie de elementos y añadidos posteriores que enmascaran el templo original. Presenta una estructura sencilla de una sola nave y ábside semicircular que denotan el románico rural de esta zona de Campoo.
En el exterior destaca una enorme espadaña de tres cuerpos y troneras, que ya se construyó posteriormente y que no está colocada de la forma habitual, sobre el hastial, sino adherida a su ángulo meridional. Este muro fue aprovechado para colocar un pórtico, que fue eliminado en la última restauración.
La puerta meridional se abre en cuerpo resaltado del muro meridional y está compuesta de arco de medio punto y tres arquivoltas de las que la interior está decorada con baquetones y apoya en dos capiteles figurados, en los que vemos en la jamba derecha a dos leones afrontados como defensores del templo y en el de enfrente un águila con las alas explayadas, símbolo de Cristo.
La cornisa de la portada presenta, ocho canecillos en los que izquierda a derecha vemos, el primero una cruz de Malta, sigue otro liso sin decoración, una cabeza de bóvido, un tonel, un músico tocando el arpa, un saltimbanqui, un conejo, y un personaje con la pierna sobre la rodilla que toca un cuerno.
Flanquean la puerta sendas ventanas abocinadas, en las que destacan los capiteles historiados de la derecha, relativos a la lujuria, con leones afrontados en el capitel izquierdo y un águila con las alas desplegadas en el derecho.tema que se repite en el relieve de los leones que se encuentra sobre ella.
Tanto el tejaroz que protege la portada, como el alero del tejado presentan grandes canecillos de labra ostentosa, cuyos temas hacen referencia a los pecados capitales, como la lujuria, acróbatas, dos músicos con arpa, una cabra, un personaje bajo un tonel, dos sapos, un asno, una serpiente, o las manzanas de la tentación.
En los canecillos del alero de la cornisa de la fachada meridional, de izquierda a derecha, vemos: Personaje con libro, los dos siguientes irreconocibles, una cabeza de bóvido, un arpista, un osezno equilibrista, un músico sentado, un hombre con bastón, un cerdo, dos rollos, un osezno trapecista, un equilibrista, un ave, un carnero, y una bola con caperuza
En el muro norte también encontramos una buena colección de canecillos que sustentan la cornisa con moldura de baquetón. Volvemos a ver los temas obscenos ya tan repetidos en Cervatos, así como otros que son muy difíciles de identificar por su mal estado. En esta fachada también se abre una sola ventana que repite la disposición de las anteriores, con el añadido de un guardapolvo. Los capiteles se decoran los dos con águilas con las alas explayadas
Santa María del Puerto
Santoña
Lo que hoy podemos contemplar de la iglesia de Santa María del Puerto no parece que encaja mucho con la época románica, pues la mayor parte de sus elementos se pueden considerar ya de época gótica. Pero aún algo queda de su pasado románico y es la portada que podemos contemplar en el muro sur que en su conjunto, poco o muy poco se diferencia de las de ese estilo románico.
Se abre por medio de un arco de medio punto al que rodean tres arquivoltas que se decoran alternando baquetones y escocias coronadas por un guardapolvo también de medio punto. Apoyan estas arquivoltas en dos columnas a cada lado, con basas, colocadas sobre un alto podio y sustentan a su vez una buena colección de capiteles.
En ellos podemos ver en la parte izquierda, animales fantásticos y motivos vegetales, siendo el más interior iconográfico, con dos figuras muy deterioradas de muy difícil interpretación, aunque parece una figura sedente que se sujeta las rodillas y la otra lleva su mano derecha a la pierna y con la izquierda agarra el brazo del anterior.
En los capiteles de la derecha volvemos a ver animales del bestiario románico, un basilisco y un león, ambos envueltos en follaje vegetal; y una interesante escena, muy popular; un asno cargado de leña, y por detrás y agarrado a su rabo, un personaje vestido con manto y capucha, con la cabeza entornada, quizá con motivo de la ley del marco
Por encima de esta portada se sitúa una ventana ya con el arco un poco apuntado que denota ya un estilo muy cercano al gótico con arquivolta de baquetón que apoya en capiteles vegetales y finas columnas monolíticas.
En el lado de la Epístola del transepto podemos contemplar una magnífica pila bautismal románica. Su cuba está formada por gallones convexos en el exterior y cóncavos por el interior. La base está formada por dos leones que aproximan sus cabezas. En tres gallones del frente de la cuba aparecen otras tantas figuras, y en la base por detrás de los leones podemos ver a dos monjes leyendo un libro.
San Andrés de
Argomilla de Cayón
Esta buena iglesia románica está situada en lo alto de una pequeña loma y muy cerca del palacio de Cevallos el Caballero: forman estas dos edificaciones un bello conjunto arquitectónico. Perteneció este palacio con su coto redondo a don Francisco Antonio de Cevallos, Caballero de Santiago y abad de San Andrés.
La iglesia fue en la antigüedad una abadía o un monasterio, pues consta en escritos del siglo XV que tuvo un abad llamado Fernán González. Conserva una colección de sepulcros en un pequeño edificio exterior de la iglesia, lo cual reafirma su función monástica. Construida probablemente en la primera mitad del siglo XII, y que con el tiempo pasó a depender de los Cevallos.
El templo que ahora contemplamos ha llegado a nosotros sin apenas modificaciones que alteren su estructura original románica de nave única y ábside semicircular precedido de presbiterio. Se conserva casi por completo en este estilo, exceptuando la torre y la sacristía. Posiblemente en otros tiempos tuviera una simple espadaña coronando el muro del hastial.
Merece la pena contemplar con detenimiento sus elevados muros, sus vanos y su portada, así como el conjunto de escultura monumental. Se considera esta iglesia obra de los mismos maestros escultores que realizaron la colegiata de Castañeda, podemos apreciar esto en los distintos modelos iconográficos que presentan ambos edificios; esta apreciación se ve reforzada por su cercanía geográfica.
En la portada situada al oeste, a la que se accede traspasando un pórtico sobre el que se eleva la torre, podemos ver sus arcos de medio punto con arquivoltas; de baquetón, la primera; de media caña con bolas, la segunda; baquetón y ajedrezado, la tercera y otro baquetón lleva la cuarta.
Todas estas arquivoltas apoyan en dos fustes o columnas a cada lado y también en unas jambas prismáticas. Los capiteles que decoran esta puerta ofrecen motivos iconográficos con temas animalísticos, como leones, arpías, aves, y también se pueden ver algunos con figuras humanas.
El exterior izquierdo lleva dos leones con cabezas entrelazadas y un cimacio corrido adornado con entrelazos. El interior repite la escena de uno de los de Castañeda, en el que un hombre a lomos de un león, es dominado por éste, mientras otro hombre domina a su vez al león. El cimacio está decorado con palmetas inscritas en tallos anudados formando una venera.
El ábside se divide verticalmente en tres calles mediante dos columnas que bajan desde el alero con ventanas en cada uno de ellos. En dicho tramos se abrieron en su día sendas ventanas; dos son románicas, la otra, la del lado sur se modificó al construirse la sacristía pegada al muro presbiterial. Los capiteles llevan cestas decoradas; el izquierdo, con cuatro bolas con caperuza entre acantos y el derecho con una decoración muy similar.
Las románicas son de medio punto, la central sin chambrana ni arquivoltas y la que da al norte con guardapolvos de ajedrezado y arquivolta de baquetón. Los capiteles de la ventana norte en alguna restauración parece que han sufrido daños aunque todavía podemos reconocer en el izquierdo unos motivos vegetales de hojas de acanto con las puntas vueltas y una pareja de leones afrontados en el derecho.
Es importante la serie de canecillos bajo los aleros de la cabecera, en ella aparecen representados diferentes temas; vemos una representación de dos cabezas de animal siamesas, un león que sostiene a su cría, otro león con el cuerpo girado, una especie de sirena, un personaje acurrucado con capucha, etc.
En los dos capiteles que coronan las columnas que dividen el ábside y llegan hasta la cornisa, vemos la siguiente decoración; el izquierdo con motivos vegetales que salen de la boca de una máscara que algunos dicen que es la madre tierra (Green Man), que se sitúa en la parte central, y entre el follaje dos leones que apoyan sus patas en el collarino del capitel. El otro capitel de la columna del contrafuerte lleva decoración vegetal de hojas de palma con un fino trepanado.
En el muro sur, en el que se abren dos aspilleras románicas con arquillo de medio punto, conserva la cornisa de flores cuatripétalas inscritas en círculos tangentes, bajo la cual se disponen veinte canecillos con variados motivos; volutas, rollos, cavetos, etc. El muro norte conserva canecillos también no iconográficos excepto dos, uno con hombre itifálico y otro con motivo animal.
Por el interior la nave presenta cubierta de madera, mientras presbiterio y ábside tienen cubierta de piedra, una con bóveda de medio cañón y otra con bóveda de cuarto de esfera, ambas separadas por un arco fajón.
Las tres ventanas absidiales llevan al igual que el exterior arcos de medio punto apoyados en columnas con sus correspondientes capiteles. El vano de la izquierda lleva guardapolvo con tres filas de ajedrezado con arquivoltas de baquetón y escocia que descansan en capiteles decorados con bolas y cabecitas.
La ventana central de las mismas características que la izquierda, destaca la cesta del capitel derecho en el que vemos en un ángulo una cabecita humana y en el centro de la cesta una pareja de leones siameses que enfrentan sus cabezas. El cimacio también es muy interesante a base de roleos vegetales con una cabeza en el vértice.
El arco triunfal es de medio punto doblado y está apoyado en un par de columnas con basas de tipo ático coronadas por una par de capiteles de buena ejecución. En el de la parte del evangelio podemos ver en lo alto de la cesta una cabeza humana que parece agarrar con sus manos las colas de dos leones que vuelven sus cabezas y apoyan sus patas sobre otros animales.
El capitel derecho lleva también una figura central de pie que parece agarrar a dos grifos afrontados por sus parte trasera , que bien podría tratarse de la ascensión de Alejandro, o el Señor de las bestias.
El arco de la ventana central está decorado con roleos en los que se inscriben lo que parecen ser leones. Hay una cenefa ajedrezada que adorna la arquivolta inferior, como el cimacio del capitel derecho también ajedrezado y el izquierdo lleva adornos solares a base de círculos con cruces y rosetas inscritas. Los capiteles presentan temas animales y vegetales respectivamente.
La iglesia de Santa María de Retortillo se sitúa en una pequeña loma con un privilegiado emplazamiento desde el que se divisa casi todo el valle de Campoo y el embalse del Ebro. Tras pasar por el pueblo de Bolmir donde también podemos contemplar una bella iglesia románica, una desviación a la derecha nos llevará hasta nuestro destino.
Esta iglesia tiene sin duda toda su estructura románica aunque con distintas fechas de construcción, pero siempre dentro del siglo XII, pues creemos que el ábside y su muro sur se edificó en las primeras décadas y la espadaña y la portada cegada en el muro occidental, así como los capiteles del arco triunfal serían obras de las postrimerías de esa centuria.
La iglesia consta de una sola nave, como era habitual en el románico rural, con su correspondiente presbiterio recto y ábside semicircular. Una sencilla puerta en el muro sur se abre por medio de tres arquivoltas lisas sin ninguna decoración, solo con simples dovelas que descansan sobre cimacios muy simples que recorren el muro en forma de fuga de imposta. Los de la parte derecha llevan decoración vegetal y de nido de abeja y en la izquierda son completamente lisos. Descansa todo sobre fustes monolíticos.
Mucho más interesante parece el tímpano que parece que ha sido reaprovechado pues está desubicado y que ha sido empotrado sobre esta puerta para lo cual ha sido necesario romper un trozo de la chambrana para poderlo colocar. En él podemos ver dos fieras aladas afrontadas, el de la izquierda parece un grifo y el de la derecha un león. Ambos juntan sus patas delanteras sobre las que se ve una cruz griega inscrita en un círculo. Por encima podemos ver dos ángeles que portan una gran cruz latina
Todavía hay otra puerta que no es visible desde el exterior ya que fue cegada cuando se construyó la escalera de la espadaña, situada en el muro occidental. Sin querer crear polémicas, es inconcebible tapiar esta monumental portada abierta por tres arquivoltas que descansan en otras tantas columnas con capiteles decorados muy interesantes, aunque debido a la humedad y a estar cegada, con el paso del tiempo ha cogido un color verdusco que casi no deja interpretar los elementos, aunque todavía se puede apreciar unas arpías entre motivos vegetales y varios cuadrúpedos, algunos afrontados. Una pena que tan extraordinaria portada haya acabado en el estado en que la vemos.
Por en interior apreciamos que la cabecera está cubierta con bóveda de medio cañón ligeramente apuntado en el presbiterio mientras que el ábside se cubre con bóveda de horno. El hemiciclo cuenta con los tres ventanales que se corresponden con los que vimos por el exterior y con las mismas características.
Mención aparte merecen los dos capiteles del arco triunfal que quizá sean los mejores capiteles que hoy podamos contemplar en todo el románico cántabro cuya iconografía alude a temas de torneos y luchas entre caballeros. El situado sobre la columna la izquierda representa a dos caballeros combatiendo con lanza y espada. Por la forma de cometa del escudo podemos deducir que el caballero de la izquierda es un cristiano que clava su lanza en el escudo del contrario. El caballero de la derecha carece de casco y su escudo de rodela es atribuible a un guerrero musulmán.
En el capitel del lado opuesto es si cabe aún más bello y el tema que representa es el de la mujer mediadora que simboliza la Paz de Dios, que se interpone entre los caballeros sujetando las riendas de sus caballos. Esta vez parece que los dos caballeros son cristianos que alzan sus espadas amenazantes. Esta escena puede simbolizar la “Tregua Domini”, o “Paz de Dios”.
Hacia el año 29 a.C., el imperio Romano se disponía a someter y dar un golpe de mano en Hispania y cuando casi toda la península había sucumbido solo un pequeño grupo de guerreros osaron hacerles frente. No eran otros que los bravos guerreros cántabros que según decían eran bárbaros y dormían en el suelo. Al no someterse al yugo de los romanos esto dio lugar al inicio de las Guerras Cántabras, que duraron nada menos que 10 años (29-19 a.C.)
Santa María de Retortillo
Construida sobre las ruinas de la ciudad romana de Julióbriga encontramos la iglesia de Santa María rodeada de una necrópolis medieval con sarcófagos de piedra y tumbas de lajas. En lo que en tiempos romanos fue su foro, es donde se edificó esta iglesia en el siglo XII, porque era tradición construir los nuevos templos cristianos sobre espacios paganos.
Cierra el muro occidental una espadaña de tres cuerpos rematada a piñón. En el último cuerpo se abren tres troneras para las campanas. Dos en la parte inferior, de arco muy ligeramente apuntado cubiertos por una chambrana y que descansan sobre impostas lisas sin decorar. En la parte superior se abre otro vano muy similar pero sin campana. Para acceder a esta espadaña se construyó una escalera de piedra con más de veinte escalones. Merece la pena subir hasta lo alto de la espadaña para poder contemplar la magnífica perspectiva que se nos ofrece con la visión del entorno de la antigua ciudad romana de Julióbriga.
El ábside se articula por medio de dos contrafuertes que a la altura de las ventanas se convierten en dos pares de columnillas que llegan hasta el alero donde ayudan a sujetarlo por medio de un capitel. El semicírculo está dividido en tres calles o paños y en cada uno de ellos se abre una ventana muy abocinada.
Las dos laterales son muy sencillas pero la central es bastante monumental. Se abre por medio de dos arquivoltas con gran derrame exterior cubiertas por un guardapolvo decorado con flores cuatripétalas inscritas en círculos. Descansa el conjunto en dos columnas adosadas con basas y capiteles. En el capitel de la derecha vemos dos aves afrontadas por sus picos, que parecen gallos, pero el izquierdo está bastante deteriorado y es de difícil interpretación.
En los muros del presbiterio podemos ver unas interesantes arquerías ciegas de arcos de medio punto con arquivolta de baquetón y chambrana ajedrezada. Descansan en capiteles de muy buena hechura en los que podemos ver; un personaje entre dos leones, ¿Daniel? Aves afrontadas, cuadrúpedos, bolas con caperuza, etc. En las enjutas de estas arquerías vemos parejas de aves y de leones. Es una pena que estas arquerías al igual que la portada hayan sufrido las inclemencias del tiempo y la humedad.
Una vez sometidos los bravos cántabros el emperador Augusto se desplazó a Hispania con el objetivo de fundar nuevas ciudades. Esto dio lugar a la fundación de Julióbriga como núcleo administrativo de la recién conquistada Cantabria por ser un lugar estratégico para el control del tráfico entre la meseta y la cordillera cantábrica.
Alguno de los restos de la ciudad los podemos encontrar hoy en las inmediaciones de la iglesia, como el “foro romano” que se edificó en la zona más alta. La “Casa de los Morillos” la primera a la izquierda que se localiza al llegar al actual pueblo de Retortillo. La “Casa de los Mosaicos” que es la mayor de todas las edificaciones y la podemos ver a unos cien metros por detrás de la iglesia y los “Restos de las pilastras” que formaban parte de la calle principal de la ciudad.
Julióbriga alcanzó su máximo esplendor durante los siglos I y II d.C. Pero en la segunda mitad del siglo III fue abandonada por los romanos. Su nombre significa, "ciudad fortificada de Julio", que el propio emperador Augusto bautizó en memoria de su padre adoptivo, el emperador Julio Cesar.
Estaba comunicada mediante una calzada romana con Herrera de Pisuerga, Portus Blendium (Suances) y Portus Victoriae (Santander). Siendo uno de los principales enlaces entre el norte y la meseta. En lo que se refiere al paso de la calzada romana por las cercanías de Julióbriga, ésta se iniciaba una vez pasado el paraje de la Coteruela, en que la vía llegaría hasta Lantueno y Santiurde.
De aquí sigue hasta Rioseco y Pesquera, para después continuar hacia Somaconcha y Mediaconcha, donde pasamos junto a la ermita de Nuestra Señora y el punto donde ésta calzada romana recorre uno de los tramos mejor conservados de toda su recorrido. Una vez en Pie de Concha, continuaría hacia Portus Blendium (Suances)