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domingo, 11 de febrero de 2018

CANTABRIA 2

Santo Toribio de Liébana

Los orígenes de este monasterio son bastante oscuros y la primera referencia que tenemos de él se remonta a 1125, pero probablemente la primitiva fundación sería varios siglos antes, cuando en el siglo VI un obispo de Palencia llamado Toribio se retiró junto a algunos compañeros a estos lugares para seguir una vida de acuerdo con la regla de San Benito.  Estos debieron ser los primeros fundadores del monasterio que fue consagrado a San Martín de Turieno.


La leyenda dice que, en tiempos lejanos, al principio de la Alta Edad Media, "un monje ermitaño, y que también se llamaba Toribio, vino a meditar a una cueva –la Cueva Santa-. Un día subió al monte cercano, y desde la Cruz de La Viorna lanzó su cayado hacía abajo diciendo "donde caiga mi cayada construiré mi morada". El cayado aterrizó en el lugar que después se llamó San Martín de Turieno.


En el siglo VIII parece que el cuerpo de otro obispo, este llamado Toribio de Astorga, fue trasladado an antiguo monasterio junto con unas reliquias que había traído de Tierra Santa entre las que se encontraba el Lignum Crucis, el mayor trozo de la cruz de Cristo que se puede encontrar actualmente.
En el año 1512 el papa Julio II, mediante una bula, otorga el privilegio para la celebración del Año Jubilar Lebaniego que hace que el monasterio de Santo Toribio se convierta en uno de los principales centros de peregrinación, junto con Jerusalén Roma y, Santiago de Compostela.


 En la actualidad el monasterio de Santo Toribio de Liébana está ocupado por una pequeña comunidad de franciscanos. Ubicado en el municipio cántabro de Camaleño en un paraje de gran belleza frente a los Picos de Europa a los pies del monte de la Viorna.

Además de su valor religioso y artístico este lugar, forma parte de la historia porque aquí en el siglo VIII, Beato de Liébana, siendo abad del monasterio, escribió sus famosísimos "Comentarios del Apocalipsis".
Las diversas excavaciones que se han realizado durante muchos años nos dicen que una iglesia anterior, quizás construida en el siglo XII, debía tener una estructura románica de nave única, con un ábside semicircular, y un claustro adosado al muro norte.


De ese edificio románico tan solo quedarían a día de hoy dos portadas de tradición románica que son las que vemos en el muro sur del monasterio y se tratarían de la principal y la del Perdón.  Por mi parte soy de la opinión que estas portadas probablemente pertenecieron a la nueva construcción del siglo XIII, pues los capiteles de la principal ya parecen góticos.



A la izquierda del muro vemos la portada de acceso al interior, bastante sencilla, abierta mediante cuatro arquivoltas de medio punto las cuales apoyan sobre columnas coronadas por capiteles figurados. En la parte izquierda podemos ver un águila, dos llaves en forma de aspa y dos cabezas de ángeles.  Los de la derecha están bastante erosionados, pero se adivinan, una cabeza humana, un motivo vegetal y un animal difícil de identificar.


A la derecha de la portada principal, podemos ver la otra portada, que es bastante más pequeña, la del Perdón, que permanece cerrada ya que tan sólo se abre los años jubilares. Probablemente la construcción de esta portada sea anterior a la portada de acceso, y se abre con tres arquivoltas de arco de medio punto decoradas con baquetones lisos y apoyadas en columnas coronadas por capiteles sin ninguna decoración.



 Su moderna puerta en las batientes de madera está decorada con figuras de bronce que representan a los Santos Lebaniegos y es obra del escultor cántabro contemporáneo Pereda de la Reguera.




En una capilla del interior se conserva la reliquia del "Lignum Crucis" que, según la tradición, fue traída por el obispo Toribio de Astorga de su viaje a Tierra Santa en el siglo VIII. Se trata de una capilla de estilo barroco realizada en el siglo XVIII.



A finales del siglo VIII un monje llamado Beato, fue abad de este monasterio que todavía se encontraba dedicado a San Martín de Turieno y hacia el año 786 escribió sus famosos Comentarios al apocalipsis de San Juan. 


En uno de los muros del atrio que da acceso al claustro  podemos ver el monumento realizado por el escultor Jesús Otero en 1973, titulado  "Beato de Liébana en su scriptorium", justo en el paño mural de la izquierda de la puerta que da acceso al claustro.


 El relieve de Jesús Otero representa a Beato en su scriptorium escribiendo su obra con la pluma. Le acompañan tres ángeles -Urial, Razías y Maltiel- que salen del templo portando las copas que llevan las plagas apocalípticas.

Las ermitas del entorno

En el entorno del monasterio de Santo Toribio entre los siglos XII y XIII se construyeron una serie de eremitorios o pequeñas ermitas que nos dan a conocer la importancia de este territorio durante la Edad Media. Algunos están completamente arruinados y tienen difícil su acceso, pero entre ellos hoy todavía podemos contemplar algunos restos interesantes.  

Santa Catalina


Sin duda es la ermita de Santa Catalina la que mejor se ha conservado, además de ser la de mayor tamaño de todas y se trata de una construcción románica de finales del siglo XII.  Es muy recomendable su visita no solo por los restos que se conservan, sino por las vistas panorámicas y espectaculares del entorno de los Picos de Europa.  


Destaca su espectacular espadaña de tres cuerpos separados por impostas decoradas con nidos de abeja y en la que podemos ver incrustados algunos relieves con cruces griegas y flordelisadas.  En el segundo cuerpo se abren dos troneras de medio punto ligeramente apuntado y otras más pequeña en el piñón. 

San Miguel


Más cerca del monasterio podemos ver la pequeña ermita de San Miguel también tiene unas vistas espectaculares, pero de la que solo se conserva su primitivo ábside y el arco del triunfo.  En la actualidad vemos una espadaña de tres cuerpos en los que se abren otras tantas troneras, pero es una construcción más moderna.


El ábside es todo de sencilla  mampostería  y se cubre con bóveda de cañón apuntado que descansa en una sencilla imposta lisa sin ninguna decoración.  En sus costados norte y sur se abren sendas ventanas cuadradas de iluminación.





Santa María la Mayor de
 Villacantid

En un pequeño altozano justo al lado de la carretera que nos lleva hasta el pueblo de Barrio, observamos la curiosa silueta de la iglesia de Santa María la Mayor de Villacantid.  Este templo se encuentra muy modificado con respecto el que había en origen, muy ampliado a partir de una pequeña iglesia de nave única, a lo largo de su historia.




Del antiguo templo románico solo queda el ábside y la portada, aunque esta ha sido reubicada al construir una nueva nave en el muro sur, también la sacristía y la torre son edificaciones muy posteriores.  Con la modificación descrita, la portada fue colocada de manera excepcional en el muro del este, junto al ábside. 



Esta portada se abre por medio de cuatro arquivoltas bastante apuntadas que apoyan en una imposta decorada con motivos vegetales con una especie de guirnalda.  Están decoradas con temas de puntas de diamante, baquetones, escocias y un fino ajedrezado.  Por encima corre un guardapolvo decorado con motivos geométricos que asemejan aros entrelazados, muy semejante a la guirnalda de los cimacios.  Solo conserva un fuste en el que apoya el único capitel que queda y que lleva en su cesta unos animales fantásticos.



El ábside, a pesar de sus pequeñas proporciones es de buena factura y está articulado en tres calles separadas por un par de contrafuertes con columnas pareadas. Una imposta a la altura de los cimacios de la ventana divide este ábside en dos cuerpos horizontales.




En la calle central se abre una buena ventana con arco de medio punto decorada con dientes de sierra, tanto en las dovelas como en los fustes cilíndricos, en que estos están tallados de forma horizontal. Esta peculiar ventana central lleva en sus capiteles animales fantásticos y leones, todos afrontados por sus cabezas. El guardapolvo que cubre la ventana lleva decoradas flores cuatripétalas inscritas en círculos.



Por encima corre la cornisa del ábside que se apoya en una buena colección de canecillos y capiteles en los que vemos una buena representación del bestiario románico.  Los dos capiteles que coronan las columnas pareadas, representan, el izquierdo, lo que podría ser una cacería del oso, con tres perros acosando al animal y el de la derecha parece dividido en dos temas,; en el centro del capitel se muestra una lucha de caballeros separados por una mediadora, y que en la cara izquierda se completa con la representación de Sansón desquijarando al león.






Aldea de Ebro
San Juan Bautista

En medio de un paraje espectacular se levanta esta iglesia de San Juan Bautista a la que la ve muy reformada y restaurada.  Tiene una extraña forma de “L” y una gran espadaña exenta un poco alejada de la nave.  Con toda seguridad hubo aquí otro antiguo templo románico de una sola nave pero en el siglo XIX le fue añadida una sacristía.  



En esta restauración se ensanchó la nave desplazando el muro sur, incluida la portada.  Se emplearon para esto nuevos sillares de piedra, por lo que el templo actual parece una obra reciente, aunque respetando la composición de la antigua portada, pues los arcos, fustes y basas son netamente románicos.



También se debió cambiar la disposición del tímpano con temas vegetales, que ahora vemos en el interior de la nave, cuando en su origen seguro que estaba en el exterior.



Por lo tanto debemos considerar esta portada, típicamente románica.  Se abre con un arco de medio punto con dos arquivoltas aboceladas cubiertas por un guardapolvo de media caña.  Las arquivoltas descansan sobre un par de capiteles a cada lado, que se decoran con una especie de cordón horizontal, que a su vez apoyan en fustes monolíticos.





La monumental espadaña, forma un cuerpo exento de la iglesia y se encuentra a pocos metros al este del ábside de la iglesia.  Es toda de sillería y al contrario del templo, no parece haber sido reformada.  Se articula en dos cuerpos de los que el inferior alcanza hasta las dos troneras. Debido a que fue abierto un arcosolium en este cuerpo, tuvo que ser muy ancho. 



 Para subir al cuerpo de troneras se construyó una escalera lateral.  Estas troneras, llevan las tres un guardapolvo de medio punto, sin embargo los arcos ya aparecen un poco apuntados.



Pasando al interior vemos que mantiene la cabecera plana, con bóveda de cañón apuntado construida toda en sillería, que se apoya sobre una imposta de bisel.  El arco triunfal es apuntado y doblado y descansa sobre capiteles historiados y vegetales.



  El de la izquierda, es vegetal y se decora con acantos  y bolas con caperuza; el derecho representa un tema tantas veces visto en nuestro románico cántabro, del profeta Daniel entre leones. En la nave podemos ver una pila bautismal que sí parece románica, tiene la cuba troncocónica que en la base se representa a la inversa.

                 Ermita de Dondevilla
                           


Este pueblo tiene también una bella ermita románica que podemos ver en una hondonada en un precioso paraje justo al lado del río Ebro.  Se trata de la ermita de Dondevilla, que aún conserva su ábside rectangular y una nave orientadas canónicamente. 



 El ábside está construido todo de sillería y podemos contemplar en sus muros una buena colección de canecillos,  en  los que se aprecia la semejanza con los de Cervatos y no sería extraño que fueran tallados por los mismos escultores.  



El tercer capitel del muro norte  presenta a una mujer con las piernas abiertas  mostrando su sexo al igual que en la colegiata campurriana.  En el muro sur vemos seis canecillos bastante deteriorados; en uno, dos personajes compartiendo un arpa, y en los otros, un hombre cargando con un tonel, y dos serpientes en forma de aspa entrelazadas,


             
                 




Las Henestrosas
Santa María la Real

La iglesia de Santa María la Real, llama la atención por estar situada en lo alto de una pequeña loma, bastante alejada del pueblo de Las Henestrosas.  Mucho antes de llegar a ella empiezas a vislumbrar la silueta de su alta torre cuadrada, que no es la original del templo del siglo XII pues la antigua iglesia tenía una buena espadaña que hoy vemos incrustada en la nueva torre.




Esta espadaña original estaría compuesta por cuatro cuerpos abriéndose en el inferior una puerta de acceso bastante apuntada.  En el tercer cuerpo todavía se pueden observar dos troneras, tapiadas, con sus correspondiente arquivoltas y capiteles aunque bastante erosionados. Y el cuarto cuerpo, más alto y estrecho, presenta  dos troneras  también de medio punto, que no llevan arquivolta, pero sin embargo podemos ver unos interesantes capiteles.



El muro sur no es el original, ya que fue eliminado en una reconstrucción con el fin de  ampliar en el interior de la nave, recolocando posteriormente la portada en este nuevo muro. Dicha portada se abre por medio de cuatro arquivoltas ligeramente apuntadas que apoyan en otras tantas columnas a cada lado, con guardapolvo resaltado y con una escocia, sin decoración. La arquivolta externa es lisa y prismática, la tercera lleva un baquetón, la siguiente lleva decoración de  grandes dientes de sierra y en la última y más interior vemos un  baquetón y escocias.  El arco de entrada está compuesto por nueve dovelas.




Apoyan estas arquivoltas en cinco capiteles a cada lado, ya que las dovelas también apoyan en capitel.  Son de una labra muy sencilla con temas vegetales de decoración similar, con hojas de acanto que ya siguen la tradición cisterciense, que se aprecia en el resto de la iglesia.
El ábside y el presbiterio son los únicos elementos que se han salvado de las restauraciones posteriores y por lo tanto lo más románico de la iglesia. El presbiterio sur esta soportado por una cornisa de rombos con cinco canecillos; una bailarina, un músico tocando el rabel, una sirena, otro con hojas de acanto y el último de caveto.




El ábside semicircular se articula en tres lienzos o calles separadas por contrafuertes que se conviertes en dobles fustes a partir de la imposta de las ventanas.  La cornisa está soportada por una serie de canecillos y de los capiteles dobles que coronan los fustes.  Entre ellos se representan un ciervo, un personaje con ropa talar tocando un cuerno, un león, un ave de pico largo con una culebra en rollada al cuello.  Éste último es muy similar a los que vemos en Rebolledo de la Torre y Piasca.




La ventana que se abre en la calle central del ábside es muy interesante; lleva un guardapolvo decorado con molduras, baquetón y escocia que cubre la arquivolta lobulada por medio de seis arquillos. que apoya en unos excelentes cimacios de hojas de palma retorcidas, y tallos circulares. Los capiteles aunque un poco deteriorados presentan dos grifos rampantes afrontados en la cesta izquierda y un basilisco en la derecha.



Pasando al interior compruebas que han desaparecido con las reformas casi todos los elementos románicos y solo el ábside y el presbiterio parecen haberse salvado.  El arco triunfal, ya muy apuntado, lo cubre un guardapolvo decorado con grandes hojas de sierra, y en él destacan sus capiteles, sobre todo el izquierdo en el que se representa a Sansón desquijarando al león, mientras en el lateral un personaje aparece sujetándole la cola.  El capitel derecho lleva cuatro grifos, dos de ellos afrontados.




En el ábside y el presbiterio se conservan unas pinturas murales góticas del siglo XV muy similares a las que hemos visto en otras iglesias de la zona Mata de Hoz y La Loma.




San Cipriano de Bolmir


Este pequeño templo de San Cipriano de Bolmir fue construido en la primera mitad del siglo XII,  aunque está muy reformado con una serie de elementos y añadidos posteriores que enmascaran el templo original. Presenta una estructura sencilla de una sola nave y ábside semicircular que denotan el románico rural de esta zona de Campoo.




En el exterior destaca una enorme espadaña de tres cuerpos y troneras, que ya  se construyó posteriormente y que no está colocada de la forma habitual, sobre el hastial, sino adherida a su ángulo meridional.  Este muro fue aprovechado para colocar un pórtico, que fue eliminado en la última restauración.




La puerta meridional  se abre en cuerpo resaltado del muro meridional y está compuesta de arco de medio punto y tres arquivoltas  de las que la interior está decorada con baquetones  y apoya en dos capiteles figurados, en los que vemos en la jamba derecha a dos leones afrontados como defensores del templo y en el de enfrente un águila con las alas explayadas, símbolo de Cristo.



La cornisa de la portada  presenta, ocho canecillos en los que izquierda a derecha vemos,  el primero una  cruz de Malta, sigue otro liso sin decoración,  una cabeza de bóvido, un tonel, un músico tocando el arpa, un saltimbanqui,  un  conejo,  y un personaje con la pierna sobre la rodilla que toca un cuerno.




Flanquean la puerta sendas ventanas abocinadas, en las que destacan los capiteles historiados de la derecha, relativos a la lujuria, con leones afrontados en el capitel izquierdo y un águila con las alas desplegadas en el derecho.tema que se repite en el relieve de los leones que se encuentra sobre ella. 



Tanto el tejaroz que protege la portada, como el alero del tejado presentan grandes canecillos de labra ostentosa, cuyos temas hacen referencia a los pecados capitales, como la lujuria,  acróbatas, dos músicos con arpa, una cabra, un personaje bajo un tonel, dos sapos, un asno, una serpiente, o las manzanas de la tentación.




En los canecillos  del alero de la cornisa  de la fachada meridional, de izquierda a derecha, vemos: Personaje con libro, los dos siguientes irreconocibles, una cabeza de bóvido,  un arpista,  un osezno equilibrista, un músico sentado, un hombre con bastón,  un cerdo,  dos rollos,  un osezno trapecista, un equilibrista, un ave,  un carnero, y una bola con caperuza

En el muro norte también encontramos una buena colección de canecillos que sustentan la cornisa con moldura de baquetón.  Volvemos a ver los temas obscenos ya tan repetidos en Cervatos, así como otros que son muy difíciles de  identificar por su mal estado.  En esta fachada también se abre una sola ventana  que repite la disposición de las anteriores, con el añadido de un guardapolvo.  Los capiteles se decoran los dos con  águilas con las alas explayadas


En el hastial occidental se abre una única ventana de una hechura muy parecida a la del muro sur pero con el baquetón mucho más delgado.  Presenta un par de capiteles que en sus cestas se decoran con dos parejas de leones afrontados. 








Santa María del Puerto
Santoña


Lo que hoy podemos contemplar de la iglesia de Santa María del Puerto no parece que encaja mucho con la época románica, pues la mayor parte de sus elementos se pueden considerar ya de época gótica.  Pero aún algo queda de su pasado románico y es la portada que podemos contemplar en el muro sur que en su conjunto, poco o muy poco se diferencia de las de ese estilo románico. 



Se abre por medio de un arco de medio punto al que rodean tres arquivoltas que se decoran alternando baquetones y escocias coronadas por un guardapolvo también de medio punto.  Apoyan estas arquivoltas en dos columnas a cada lado, con basas,  colocadas sobre un alto podio y sustentan a su vez una buena colección de capiteles.



En ellos podemos ver en la parte izquierda, animales fantásticos y motivos vegetales, siendo el más interior iconográfico, con dos figuras muy deterioradas de muy difícil interpretación, aunque parece una figura sedente que se sujeta las rodillas y la otra lleva su mano derecha a la pierna y con la izquierda agarra el brazo del anterior.




En los capiteles de la derecha volvemos a ver animales del bestiario románico, un basilisco y un león, ambos envueltos en follaje vegetal;  y una interesante escena, muy popular;  un asno cargado de leña, y por detrás y agarrado a su rabo, un personaje vestido con manto y capucha, con la cabeza entornada, quizá con motivo de la ley del marco



Por encima de esta portada se sitúa una ventana ya con el arco un poco apuntado que denota ya un estilo muy cercano al gótico con arquivolta de baquetón que apoya en capiteles vegetales y finas columnas monolíticas.



En el lado de la Epístola del transepto podemos contemplar una magnífica pila bautismal románica.  Su cuba está formada por gallones convexos en el exterior y cóncavos por el interior.  La base está formada por dos leones que aproximan sus cabezas. En tres gallones del frente de la cuba aparecen otras tantas figuras, y en la base por detrás de los leones podemos ver a dos monjes leyendo un libro.






San Andrés de
Argomilla de Cayón


Esta buena iglesia románica está situada en lo alto de una pequeña loma y muy cerca del palacio de Cevallos el Caballero: forman estas dos edificaciones un bello conjunto arquitectónico.  Perteneció este palacio con su coto redondo a don Francisco Antonio de Cevallos, Caballero de Santiago y abad de San Andrés.


La iglesia fue en la antigüedad una abadía o un monasterio, pues consta en escritos del siglo XV que tuvo un abad llamado Fernán González.  Conserva una colección de sepulcros en un pequeño edificio exterior de la iglesia, lo cual reafirma su función monástica.  Construida probablemente en la primera mitad del siglo XII, y que con el tiempo pasó a depender de los Cevallos.



El templo que ahora contemplamos ha llegado a nosotros sin apenas modificaciones que alteren su estructura original románica de nave única y ábside semicircular precedido de presbiterio.  Se conserva casi por completo en este estilo, exceptuando la torre y la sacristía.  Posiblemente en otros tiempos tuviera una simple espadaña coronando el muro del hastial.


 Merece la pena contemplar con detenimiento sus elevados muros, sus vanos y su portada, así como el conjunto de escultura monumental.  Se considera esta iglesia obra de los mismos maestros escultores que realizaron la colegiata de Castañeda, podemos apreciar esto en los distintos modelos iconográficos que presentan ambos edificios; esta apreciación se ve reforzada por su cercanía geográfica.


En la portada situada al oeste, a la que se accede traspasando un pórtico sobre el que se eleva la torre, podemos ver sus arcos de medio punto con arquivoltas; de baquetón, la primera; de media caña con bolas, la segunda; baquetón y ajedrezado, la tercera y otro baquetón lleva la cuarta.


Todas estas arquivoltas apoyan en dos fustes o columnas a cada lado y también en unas jambas prismáticas.  Los capiteles que decoran esta puerta ofrecen motivos iconográficos con temas animalísticos, como leones, arpías, aves, y también se pueden ver algunos con figuras humanas.
El exterior izquierdo lleva dos leones con cabezas entrelazadas y un cimacio corrido adornado con entrelazos.  El interior repite la escena de uno de los de Castañeda, en el que un hombre a lomos de un león, es dominado por éste, mientras otro hombre domina a su vez al león.  El cimacio está decorado con palmetas inscritas en tallos anudados formando una venera. 


El ábside se divide verticalmente en tres calles mediante dos columnas que bajan desde el alero con ventanas en cada uno de ellos.  En dicho tramos se abrieron en su día sendas ventanas; dos son románicas, la otra, la del lado sur se modificó al construirse la sacristía pegada al muro presbiterial.  Los capiteles llevan cestas decoradas; el izquierdo, con cuatro bolas con caperuza entre acantos y el derecho con una decoración muy similar.




Las románicas son de medio punto, la central sin chambrana ni arquivoltas y la que da al norte con guardapolvos de ajedrezado y arquivolta de baquetón.  Los capiteles de la ventana norte en alguna restauración parece que han sufrido daños aunque todavía podemos reconocer en el izquierdo unos motivos vegetales de hojas de acanto  con las puntas vueltas y una pareja de leones afrontados en el derecho.


Es importante la serie de canecillos bajo los aleros de la cabecera, en ella aparecen representados diferentes temas; vemos una representación de dos cabezas de animal siamesas,  un león que sostiene a su cría,  otro león con el cuerpo girado, una especie de sirena, un personaje acurrucado con capucha, etc.


En los dos capiteles que coronan las columnas que dividen el ábside y llegan hasta la cornisa, vemos la siguiente decoración; el izquierdo con motivos vegetales que salen de la boca de una máscara que algunos dicen que es  la madre tierra (Green Man), que se sitúa en la parte central, y entre el follaje dos leones que apoyan sus patas en el collarino del capitel.  El otro capitel de la columna del contrafuerte lleva decoración vegetal de hojas de palma con un fino trepanado.


En el muro sur, en el que se abren dos aspilleras románicas con arquillo de medio punto, conserva la cornisa de flores cuatripétalas inscritas en círculos tangentes, bajo la cual  se disponen veinte canecillos con variados motivos; volutas, rollos, cavetos, etc.  El muro norte conserva canecillos también no iconográficos excepto dos, uno con hombre itifálico y otro con motivo animal.



Por el interior la nave presenta cubierta de madera, mientras presbiterio y ábside tienen cubierta de piedra, una con bóveda de medio cañón y otra con bóveda de cuarto de esfera, ambas separadas por un arco fajón.  



Las tres ventanas absidiales llevan al igual que el exterior arcos de medio punto apoyados en columnas con sus correspondientes capiteles.  El vano de la izquierda lleva guardapolvo con tres filas de ajedrezado  con arquivoltas de baquetón y escocia que descansan en capiteles decorados con bolas y cabecitas.



La ventana central de las mismas características que la izquierda, destaca la cesta del capitel derecho en el que vemos en un ángulo una cabecita humana y en el centro de la cesta una pareja de leones siameses que enfrentan sus cabezas.  El cimacio también es muy interesante a base de roleos vegetales con una cabeza en el vértice.



El arco triunfal es de  medio punto doblado y está apoyado en un par de columnas con basas de tipo ático coronadas por una par de capiteles de buena ejecución.  En el de la parte del evangelio podemos ver en lo alto de la cesta una cabeza humana que parece agarrar con sus manos las colas de dos leones que vuelven sus cabezas y apoyan sus patas sobre otros animales.


El capitel derecho lleva también una figura central de pie que parece agarrar a dos grifos afrontados por sus parte trasera , que bien podría tratarse de la ascensión de Alejandro, o el Señor de las bestias.





El arco de la ventana central está decorado con roleos en los que se inscriben lo que parecen ser leones.  Hay una cenefa ajedrezada que adorna la arquivolta inferior, como el cimacio del capitel derecho también ajedrezado y el izquierdo lleva adornos solares a base de círculos con cruces y rosetas inscritas. Los capiteles presentan temas animales y vegetales respectivamente.



Santa María de Retortillo


La iglesia de Santa María de Retortillo se sitúa en una pequeña loma con un privilegiado emplazamiento desde el que se divisa casi todo el valle de Campoo y el embalse del Ebro.  Tras pasar por el pueblo de Bolmir donde también podemos contemplar una bella iglesia románica, una desviación a la derecha nos llevará hasta nuestro destino. 





Construida sobre las ruinas de la ciudad romana de Julióbriga encontramos la iglesia de Santa María rodeada de una necrópolis medieval con sarcófagos de piedra y tumbas de lajas.  En lo que en tiempos romanos fue su foro, es donde se edificó esta iglesia en el siglo XII, porque era tradición construir los nuevos templos cristianos sobre espacios paganos.



Esta iglesia tiene sin duda toda su estructura románica aunque con distintas fechas de construcción, pero siempre dentro del siglo XII, pues creemos que el ábside y su muro sur  se edificó en las primeras décadas y la espadaña y la portada cegada en el muro occidental, así como los capiteles del arco triunfal serían obras de las postrimerías de esa centuria.



La iglesia consta de una sola nave, como era habitual en el románico rural, con su correspondiente presbiterio recto y ábside semicircular.  Una sencilla puerta en el muro sur se abre por medio de tres arquivoltas lisas sin     ninguna decoración, solo con simples dovelas que descansan sobre cimacios muy simples que recorren el muro en forma de fuga de imposta. Los de la parte derecha llevan decoración vegetal y de nido de abeja y en la izquierda son completamente lisos.  Descansa todo sobre fustes monolíticos.



Mucho más interesante parece el tímpano que parece que ha sido reaprovechado pues está desubicado y que ha sido empotrado sobre esta puerta para lo cual  ha sido necesario romper un trozo de la chambrana para poderlo colocar.  En él podemos ver dos fieras aladas afrontadas, el de la izquierda parece un grifo y el de la derecha un león.  Ambos juntan sus patas delanteras sobre las que se ve una cruz griega inscrita en un círculo. Por encima podemos ver dos ángeles que portan una gran cruz latina




Cierra el muro occidental una espadaña de tres cuerpos rematada a piñón.  En el último cuerpo se abren tres troneras para las campanas.  Dos en la parte inferior, de arco muy ligeramente apuntado cubiertos por una chambrana y que descansan sobre impostas lisas sin decorar.  En la parte superior se abre otro vano muy similar pero sin campana.  Para acceder a esta espadaña se construyó una escalera de piedra con más de veinte escalones.  Merece la pena subir hasta lo alto de la espadaña para poder  contemplar la magnífica  perspectiva que se nos ofrece con la visión del entorno de la antigua ciudad romana de Julióbriga.



El ábside se articula por medio de dos contrafuertes que a la altura de las ventanas se convierten en dos pares de columnillas que llegan hasta el alero donde ayudan a sujetarlo por medio de un capitel.  El semicírculo está dividido en tres calles o paños y en cada uno de ellos se abre una ventana muy abocinada. 


Las dos laterales son muy sencillas pero la central es bastante monumental.  Se abre por medio de dos arquivoltas con gran derrame exterior cubiertas por un guardapolvo decorado con flores cuatripétalas inscritas en círculos.  Descansa el conjunto en dos columnas adosadas con basas y capiteles. En el capitel de la derecha vemos dos aves afrontadas por sus picos, que parecen gallos, pero el izquierdo está bastante deteriorado y es de difícil interpretación.



Todavía hay otra puerta que no es visible desde el exterior ya que fue cegada cuando se construyó la escalera de la espadaña, situada en el muro occidental.  Sin querer crear polémicas, es inconcebible tapiar esta monumental portada abierta por tres arquivoltas que descansan en otras tantas columnas con capiteles decorados muy interesantes, aunque debido a la humedad y a estar cegada, con el paso del tiempo ha cogido un color verdusco que casi no deja interpretar los elementos, aunque todavía se puede apreciar unas arpías entre motivos vegetales y varios cuadrúpedos, algunos afrontados. Una pena que tan extraordinaria portada haya acabado en el estado en que la vemos.


Por en interior apreciamos que la cabecera está cubierta con bóveda de medio cañón ligeramente apuntado en el presbiterio mientras que el ábside se cubre con bóveda de horno. El hemiciclo cuenta con los tres ventanales que se corresponden con los que vimos por el exterior y con las mismas características.




En los muros del presbiterio podemos ver unas interesantes arquerías ciegas de arcos de medio punto con arquivolta de baquetón y chambrana ajedrezada.  Descansan en capiteles de muy buena hechura en los que podemos ver; un personaje entre dos leones, ¿Daniel? Aves afrontadas, cuadrúpedos, bolas con caperuza, etc.  En las enjutas de estas arquerías vemos parejas de aves y de leones. Es una pena que estas arquerías al igual que la portada hayan sufrido las inclemencias del tiempo y la humedad.



Mención aparte merecen los dos capiteles del arco triunfal que quizá sean los mejores capiteles que hoy podamos contemplar en todo el románico cántabro cuya iconografía alude a temas de torneos y luchas entre caballeros.  El situado sobre la columna  la izquierda representa a dos caballeros combatiendo con lanza y espada.  Por la forma de cometa del   escudo podemos deducir que el caballero de la izquierda  es un cristiano que clava su lanza en el escudo  del contrario. El caballero de la derecha carece de casco y su escudo de rodela es atribuible a un guerrero musulmán.


En el capitel del lado opuesto  es si cabe aún más  bello y el tema que representa es el de la mujer mediadora que simboliza la Paz de Dios, que se interpone entre los caballeros sujetando las riendas de sus caballos.  Esta vez parece que los dos caballeros son cristianos que alzan sus espadas amenazantes.  Esta escena puede simbolizar la “Tregua Domini”, o “Paz de Dios”. 


Hacia el año 29 a.C., el imperio Romano se disponía a someter y dar un golpe de mano en Hispania y cuando casi toda la península había sucumbido solo un pequeño grupo de guerreros osaron hacerles frente.  No eran otros que los bravos guerreros cántabros que según decían eran bárbaros y dormían en el suelo.  Al no someterse al yugo de los romanos esto dio lugar al inicio de las Guerras Cántabras, que duraron nada menos que 10 años (29-19 a.C.)  
  


Una vez sometidos los bravos cántabros el emperador Augusto se desplazó a Hispania con el objetivo de fundar nuevas ciudades.  Esto dio lugar a la fundación de Julióbriga como núcleo administrativo de la recién conquistada Cantabria por ser un lugar estratégico para el control del tráfico entre la meseta y la cordillera cantábrica.


Alguno de  los restos de la ciudad los podemos encontrar hoy en las inmediaciones de la iglesia, como el “foro romano” que se edificó en la zona más alta.  La “Casa de los Morillos” la primera a la izquierda que se localiza al llegar al actual pueblo de Retortillo.  La “Casa de los Mosaicos” que es la mayor de todas las edificaciones y la podemos ver a unos cien metros por detrás de la iglesia y los “Restos de las pilastras” que formaban parte de la calle principal de la ciudad.


Julióbriga alcanzó su máximo esplendor durante los siglos I y II d.C. Pero en la segunda mitad del siglo III fue abandonada por los romanos. Su nombre significa, "ciudad fortificada de Julio", que el propio emperador Augusto bautizó  en memoria de su padre adoptivo, el emperador Julio Cesar.



Estaba comunicada mediante una calzada romana con Herrera de Pisuerga, Portus Blendium (Suances) y Portus Victoriae (Santander). Siendo uno de los principales enlaces entre el norte y la meseta. En lo que se refiere al paso de la calzada romana por las cercanías de Julióbriga, ésta se iniciaba una vez pasado el paraje de la Coteruela, en que la vía llegaría hasta Lantueno y Santiurde.



De aquí sigue hasta Rioseco y Pesquera, para después continuar hacia Somaconcha y Mediaconcha, donde pasamos junto a la ermita de Nuestra Señora y el punto donde ésta  calzada romana recorre uno de los tramos mejor conservados de toda su recorrido. Una vez en Pie de Concha, continuaría hacia Portus Blendium (Suances)





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